- Una dulce tradición con origen prehispánico
- Influenciada por la tradición del Trick or Treat del Halloween estadounidense
- Los niños salen a divertirse mientras preguntan «¿Me da m calaverita?» sperando recibir golosinas
El Día de Muertos es una celebración llena de magia, tradición, color y diversión. No solo por las actividades que año con año monta la ciudad para festejar las fechas, ni por las fiestas y reuniones que se llevan a cabo en estos días. También disfrazarse y salir a las calles en busca de dulces es parte del divertimento, en especial de los más pequeños.
Son los niños quienes, ataviados en sus mejores disfraces y con bolsa en mano, recorren centros comerciales, tiendas y establecimientos, así como calles y casas. A la voz de «¿me da mi calaverita?», van recolectando dulces por la cuidad. ¿Pero de dónde se origina esta práctica?
Si bien no podemos negar que en la actualidad se alimenta del «Trick or Treat» de Estados Unidos que se lleva a cabo la noche de Halloween, el origen de este ritual tiene otros cimientos en nuestro país. En El Universal se señala que es una antigua tradición que data de la época colonial.
A palabras de Claudio Lomnitz, antropólogo, «pedir calaverita» se relaciona con la caridad funeraria, pues se solían dar limosnas a los pobres, no solo en el Día de Muertos, sino también en los funerales.
El donante daba dinero por un alma difunta y el receptor representaba esa alma comunicando un mundo con el otro. La calavera de dulce tiene una forma exterior que indica y es para los muertos de parte del donador y de los muertos desde el receptor, de esta manera se hace un vínculo entre los sufragios por los muertos y la caridad con los pobres
Claudio Lomnitz
Tmbién se dice que pedir calaverita tiene origen en la historia de un niño macehual (muy por debajo de los nobles y encima de los pobres) que quedó huérfano desde muy pequeño. Al no tener comida para ofrendar a sus muertos, salía cada año con la carita pintada a pedir su calavera.
Los vecinos cooperaban con pan, frutas, dulces y cualquier tipo de alimento para colocarlo en la ofrenda de los padres difuntos del niño.
Con el paso del tiempo, la práctica se volvió popular, y los niños comenzaron a salir con una calabaza o chilacayote tallados en forma de calaverita y con una velita en su interior. Hoy en día vemos estas calabazas, calaveras o demás figuras de monstruos en contenedores de plástico, listos para ataviarse de golosinas.
Pedir calaverita es ya una tradición que se lleva a cabo, popularmente en la CDMX, la noche del 1 de noviembre. No dejes a los niños que te visiten en casa sin su calaverita.
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