- El Charro Negro pertenece a las leyendas del folclor mexicano
- Representa el lado oscuro del alma humana
- Es de las leyendas más populares en Tlaxcala y Jalisco

Según la leyenda, El Charro Negro debería ser algo así como el tesorero del diablo, encargado de cobrar las deudas.
Es esta existencia mítica la que recibe su nombre a partir de las prendas que viste, porque la tradición dice que siempre viste de charro, monta un caballo negro y sus ojos parecen emitir bolas de fuego.
Se cuenta que cuando este ente era humano, venía de un hogar humilde en el campo, sin embargo, su ambición era demasiado grande y siempre le gustó vestirse decentemente, aunque no tuviera dinero para comer.
Cansado de su dolor, este hombre se dirigió al diablo en busca de ayuda, él respondió a su llamado y le ofreció mucho dinero y riquezas a cambio de su alma a lo que esta persona aceptó.
Se dice que este hombre montaba a caballo y portaba una bolsa llena de monedas de oro tratando de escapar de la deuda para que el diablo no se la quitara; sin embargo lo alcanzó y maldijo con acechar a quienes firmaron contratos con el diablo en busca de riqueza para cobrar sus deudas.
En el norte del país la historia es muy similar:
Se trata de un hombre vestido de charro, pulcro y elegante montado en un caballo, quien hizo un trato con el diablo para obtener riquezas ya que era de orígenes humildes. Su potro, al ser muy fiel a su amo, también fue maldecido por el diablo. Así el charro pasó a ser su cobrador de deudas.
Algunos dicen que se aparece a los que viajan de noche, no en la ciudad sino en los pueblos o en caminos desolados y que si te encuentra, te invita a subir al caballo y hasta ofrece la bolsita de oro, pero cuidado con aceptar, porque de hacerlo, quedas condenado.
Si quieres conocer un poco más de este fantasma, puedes encontrarlo en:
Esta colección contiene diecisiete cuentos publicados por Juan Rulfo a partir de 1945, cuando apareció “Nos han dado la tierra” en las revistas America y Pan. Rulfo comento los relatos que siguió escribiendo, en las cartas que envió a su novia Clara Aparicio. En 1951 se publicó el séptimo de America, “Diles que no me maten”, considerado por Elias Canetti uno de los mejores de la literatura universal; incluso Gunter Grass fue un gran admirador del mismo.
Gracias a la primera beca que recibió del Centro Mexicano de Escritores, Rulfo pudo terminar los ocho que aparecieron con los previos en 1953, en el libro titulado – por otro cuento- El Llano en llamas, dedicado a Clara. Dos relatos más, publicados en revistas en 1955, serán incluidos en la edición de 1970. Juan Rulfo consideró sus cuentos como una aproximación a Pedro Páramo.
El Charro Negro está presente en Macario, el último cuento. ¡No dejes de leerlo!
Leo y Nando San Juan están felices de haber vencido al Chupacabras. Tras despedirse de los insurgentes, y una vez más en el camino hacia Puebla, una nueva misión les impide llegar con su abuela: el Charro Negro se ha llevado el alma de una niña y, para recuperarla, Leo debe cruzar al inframundo y completar una serie de pruebas.
Aun con la ayuda de todos sus amigos, ésta será la misión más difícil que el chico haya tenido que resolver hasta ahora; más allá de enfrentar a las criaturas terribles y escalofriantes, Leo aprenderá que, a veces, la oscuridad está dentro de uno mismo.
¿Lograrán Leo y sus amigos recuperar el alma robada y mantenerse unidos? Acompáñalos en esta aventura llena de valores y costumbres muy mexicanas.
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