- Se usa para sacar la leche del pecho de la mama y dársela a su hijo
- Útil para cuando mamá no pueda amamantar al bebé
- Pueden usarse para aumentar la producción de leche
La alimentación de los bebés es muy importante en sus primero meses. En este tiempo, se recomienda que la dieta se base solo en la leche materna de la madre, que tiene todos los nutrientes que el bebé necesita para un desarrollo saludable.
La mamá alimenta al bebé con la leche de su seno. Lo más común es que lo haga directamente, sin embargo, hay situaciones en que es imposible este contacto, como cuando la madre debe volver a sus actividades diarias, y el hijo queda al cuidado de otras personas. En estos casos, para no desperdiciar la leche materna, lo mejor es extraerla con un sacaleches o extractor.
Un extractor de leches, conocidos también como sacaleches, son dispositivos que sirven para que la mujer saque la leche materna de su seno. Esto se logra ya que el aparato imita los movimientos de succión que hace el bebé cuando amamanta. Algunos funcionan eléctricamente y otros de forma manual.
Los extractores de leche están regulados por la FDA de Estados Unidos. Estos dispositivos pueden aumentar la producción de leche, aliviar el dolor de los senos hinchados, destapar los conductos mamarios o protruir los pezones planos o invertidos.
Si extraes la leche de tu senos podrás solucionar el problema de suministro. Si llegas a tener una disminución en la producción de leche materna, al extraerla tendrás almacenada una cantidad para cuando la necesites.
Controla el tiempo relacionado con la alimentación puede resultar de utilidad a la hora de dejar al bebé con alguien más. Si estás por volver al trabajo, o tienes que salir de emergencia, y tienes que dejar a tu bebé al cuidado de alguien más, no se quedará sin alimento. La leche materna no le faltará ni descuidarás su alimentación.
Almacena la leche el el refrigerador. No la coloques en la puerta pues ahí no se mantendrá a una temperatura baja. A temperaturas de 0° a 4° C puede durar entre cinco y ocho días. Si la metes al congelador, se mantendrá hasta por dos semanas. Para dársela al bebé, primero tienes que calentarla. Ponlo debajo del grifo con agua tibia o a baño María. Pero nunca coloques la leche directamente al fuego, pues las altas temperaturas pueden destruir algunos anticuerpos.
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